Imagínese estar en un corpúsculo permanentemente encendido -de día y de noche- como una fábrica de luz, pero del tamaño de 30 a 100 micras; la décima parte de un milimetro. Ahora, imagínese que adentro hay un tránsito de moléculas generando comandos desde diversos puntos estratégicos, para que se liberen sustancias químicas como si fueran juegos pirotécnicos. Imaginese, solamente a 80 o 100 células dentro de una columna neuronal, llenas de miles de botones sinápticos y organizándose en milisegundos, chateando a toda hora como en una red social, para producir la maravillosa idea de soñar o concretar en imágenes mentales, algo tan impactante como lo que está leyendo. Imagine ser parte de cien mil millones de neuronas, todas ellas, produciendo actividad sensorio-motora o intelectual, procesando sensaciones subjetivas, emociones, esperanzas y hasta pensamientos ilimitados.

LAS MOLÉCULAS DE LA MEMORIAPero... ¿Y cómo guarda el cerebro nuestros recuerdos? ¿Existe acaso, un borrador de memorias?Como diminutos dispositivos que se pliegan y desdoblan para acoplarse, muchas proteínas se ensamblan dentro de células muy especializadas, dentro del cerebro.Allí, en los recovecos de la mente, permanece aquel velo misterioso, que nos hace recordar a veces, direcciones, caras, nombres o datos que en ocasiones, no podemos nombrar.Los científicos actualmente tratan de develar tales misterios, y con grandes adelantos de la ciencia, este libro se sumerge en esas redes neuronales, donde las moléculas juegan a la ruleta rusa y al borrador de goma, con nuestras memorias.

La activación del impulso nervioso, depende del intercambio de iones que fluye a través de la membrana.Así es la actividad eléctrica y físico-química de nuestras neuronas y todo depende de una gran maquinaria proteica.Toda la acción neuronal, depende del flujo de estas moléculas a través de canales iónicos; proteínas selectivas que sirven para finalmente, integrar sofisticados procesos del sistema nervioso.

Tomar una micronave, viajar a través de las fibras nerviosas, deslumbrarse con la actividad de sus células y con las infinitas posibilidades de comunicación entre neuronas. EL NUMERO DE CONEXIONES EN EL CEREBRO, ES SUPERIOR A LA CANTIDAD DE PARTICULAS ATÓMICAS EN EL UNIVERSO. Esta es una vía práctica para sumergirse en las descargas elecro-químicas de las redes neuronales, comprendiendo finalmente la portentosa generación de eventos que produce, esa maquinaria llamada: Sistema Nervioso Central. Una fácil y divertida forma de entender cómo funciona nuestro cerebro, con didácticas cápsulas y correlatos fisiológicos.

Sometimes, memories are like feathers that can fly into our cerebral labyrinths, taking a ship for sail, crossing neural networks like the flow of ethereal butterflies. In other situations, our remembrances are settled down like deep roots of strong trees.This book introduces also an experimental protocol, about conceptual neurons and how these nerve cells can identify emotional insights when they discriminate an iconic sample (a famous human image, well spread all over the world).Finally, analyzing the Working Memory Paradigm, this text describes new neuronal networks participating in neuronal processing like mental representations in predictive tasks associated to prefrontal cortex.

CAMBIO DE PARADIGMA Los modelos de redes neuronales ayudan a comprender cómo funciona el sistema nervioso. Para alcanzar tal meta, los científicos plantean nuevas alternativas de procesamiento, como la Teoría de la Epistemología Neuronal (TEN), el argumento operativo de la Neuroepistemología: la disciplina que estudia cómo se integra "el conocimiento de las neuronas", con el uso de herramientas algorítmicas-computacionales, cuánticas y fractales. La TEN explora las funciones molecularmente predeterminadas de cada neurona, otorgándoles propiedades muy sofisticadas que las identifica como células nerviosas, capaces de integrar actividades intelectuales, emocionales o sensoriomotoras.

En la escala filogenética, solo existe una especie que puede pronunciar palabras, frases y comunicarse constantemente con el habla. Por tanto, el culmen evolutivo de las especies, en toda la historia del planeta en que vivimos recae en la especie humana.Con tales ventajas, los humanos, leen, escriben y hasta aprenden idiomas.Sin embargo, los primates no humanos, son capaces de comunicarse por signos con otras especies. Los científicos han demostrado que un mono de 30 meses de edad, puede tener un vocabulario superior al de los bebés humanos.