"Filosofía de la Vida" nos dice que la generación de la vida es caótica, no lineal, no cumple con los preceptos del Darwinismo y su selección natural. Los paleontólogos, arqueólogos y filósofos nos han impuesto una variante teórica de la evolución de la vida que posiblemente no es cierta. En la antropología se ha cometido fraude, se han forzado conclusiones y ha llegado el momento de desmontar la falacia. Una gran conclusión es planteada por Benemelis: El eslabón perdido no existe. Asimismo considera necesario desestimar las conclusiones basadas en hallazgos arqueológicos falsos y tendientes a manipular el pensamiento humano. La filosofía de la vida si comenzamos a dudar, puede llevarnos a entender cuan factibles son otras teorías. El libro nos lleva por la historia de nuestra Tierra, exaltando los aspectos a considerar en el análisis de que la vida es energía cambiante y perecedera. Las Eras Geológicas se dibujan con la fuerza de las palabras llevándonos a conocer, o vislumbrar, las divisiones geológicas, los vertebrados terrestres, la gran Edad de Hielo, hasta terminar en el real diluvio de la prehistoria. Una última parte nos adentra en la historia y el debate filosófico de la evolución y la vida, tomando en cuenta la posibilidad de la aparición repentina. Se hace patente el oficio de historiador de Benemelis cuando nos lleva de la historia a la ciencia, luego a la religión, siguiendo con el conocimiento científico de nuestra época y una revolución industrial que dio paso a nuevas ideas para una evolución armónica que sustituye la evolución darwinista. Aunque en el medio paleontológico persisten ideas anticuadas, se abre paso la evidencia con la genética en el más amplio concepto. Genial este paseo por la vida que culmina en el tratamiento del pensamiento desde su función semiótica y la visión sociológica del autor.

El autor de esta obra reconoce que ha vivido más de lo que esperaba por lo que se siente muy agradecido a la vida, la cual ha sido su mejor maestro. Por ello se complace en dejar constancia de esa sabiduría que ha aprendido en el ejercicio cotidiano de vivir, pegado lo más posible a la realidad que permanece, y no a las opiniones y a las ideologías que desaparecen como hojas secas que lleva el viento. Para lograr su objetivo ha abordando algunas de las cuestiones que surgen inexorablemente al ritmo de la existencia de cualquier persona normal en el quehacer de su vida privada y de la convivencia social