Al finalizar 2 Reyes, ambos reinos, del norte y del sur, habían sido conquistados. Israel el Reino del norte fue conquistado y dispersado por Asiria y casi 150 años más tarde, los babilonios destruyeron a Judá, el Reino del sur, y los que sobrevivieron fueron exiliados para Babilonia. El templo estaba convertido en ruinas, la tierra estaba desolada y, toda la esperanza parecía perdida para el remanente de los exiliados. Mientras luchaban como extranjeros para sobrevivir en una cultura extraña y aun mantener su identidad como judíos, Dios estaba obrando detrás de los eventos, de maneras inimaginables, Él había prometido que Judá estaría exiliado por setenta años, pero también había prometido que traería a su pueblo de regreso a la tierra. En los libros que usted estará estudiando verá que Dios cumple Sus promesas.Durante los setenta años que Judá estuvo en el exilio, el mundo político cambió dramáticamente. Los persas derrotaron a Babilonia y se convirtieron en el imperio más grande en el Cercano Oriente. Fue Persia quien terminó con el exilio y permitió que los Exiliados judíos retornaran a su tierra, restauraran su templo y construyeran una muralla alrededor de su amada Jerusalén.Los Libros Posteriores al Exilio fueron escritos después del Exilio, para y acerca del grupo escogido como pueblo de Dios. Primero y 2 de Crónicas fueron escritos para motivar al pueblo en la tierra después de su regreso a Jerusalén, manteniendo ellos su identidad y su herencia cultural. Esdras y Nehemías continúan la historia de los judíos de donde se quedó en 2 Reyes. Ester es una historia hermosa de cómo la mano providencial de Dios se mueve para proteger a Su pueblo. Cronológicamente los Libros Históricos del Antiguo Testamento terminan con Nehemías. Todos los libros siguientes a Nehemías en el Antiguo Testamento simplemente encajan dentro del periodo de esos Libros Históricos.

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Este es un Estándar vivificado por la Palabra VIVA de Dios. La Asamblea se reunió según a la convocación, el 1 de julio de 1643, en la Iglesia de Westminster. El Dr. William Twisse, Presidente, predicó el sermón de apertura tomado de la promesa preciosa de Cristo, No os dejaré huérfanos. Estas palabras eran como manzanas de oro con figuras de plata, en aquellos tiempos de confusión triste. Una semana después volvieron a reunirse, cuando el juramento fue administrado a cada miembro presente, en las palabras siguientes: Yo, -- --, declaro solemne y seriamente, ante la presencia del Dios Todopoderoso, que en esta Asamblea, de la cual yo soy un miembro, no mantendré nada en asuntos de doctrina, más de lo que yo creo en mi conciencia ser verdad; o en puntos de disciplina, más de lo que yo conciba que conduzca más para la gloria de Dios, y para el bien y la paz de Su Iglesia. Este juramento se leyó todos los lunes por la mañana para refrescar la memoria y revivir la conciencia.