El extraordinario progreso que están realizando las ciencias aplicada y las nuevas tecnologías, es un fenómeno históricamente inédito, tanto por la celeridad con que se producen como por la gran variedad de líneas en que se están diversificando, que afectan a toda la existencia humana. En principio, tales progresos se suponen que siempre deberían orientarse a beneficiar a la humanidad en su conjunto. Pero una vez reconocido este innegable efecto benéfico, no se puede dejar de advertir los efectos nocivos que pueden derivarse de tales avances tecnológicos, sobre todo en aquellas regiones y pueblos menos favorecidos. Ante tales cuestiones tan graves y tan seriamente interpelantes se reunen este conjunto de ponencias y comunicaciones de diversos expertos.

El extraordinario progreso que están realizando las ciencias aplicada y las nuevas tecnologías, es un fenómeno históricamente inédito, tanto por la celeridad con que se producen como por la gran variedad de líneas en que se están diversificando, que afectan a toda la existencia humana. En principio, tales progresos se suponen que siempre deberían orientarse a beneficiar a la humanidad en su conjunto. Pero una vez reconocido este innegable efecto benéfico, no se puede dejar de advertir los efectos nocivos que pueden derivarse de tales avances tecnológicos, sobre todo en aquellas regiones y pueblos menos favorecidos. Ante tales cuestiones tan graves y tan seriamente interpelantes se reunen este conjunto de ponencias y comunicaciones de diversos expertos.

This book is the first in a series of planned volumes focused on preserving the character of the development of bioethics in particular cultural contexts. As the first of these volumes, Leo Pessini, Christian de Paul de Barchifontaine, and Fernando Lolas Stepke’s work has succeeded well. It has brought together accounts by sch- ars who were crucial to the emergence of bioethics in the Ibero-American cultural domain. This trail-blazing work in the history of bioethics will be of enduring s- nificance. I am deeply in their debt for having shouldered this far from easy task. Bioethics is the product of very particular socio-historical developments. Most prominent among them have been (1) the secularization of the dominant culture of North America, Western Europe, and now Central and South America as well, (2) a deflation of the status and authority of physicians as moral authorities able to guide their own profession, and (3) the salience of a post-traditional animus that gives c- tral place to persons as isolated atomic sources of moral authority. Bioethics initially took shape in North America as a post-Christian, post-professional, post-traditional social movement. This bioethics sought to establish a moral discourse for the public forum, a moral practice able to give practical guidance in hospitals and other insti- tions, and a body of undergirding and justifying theoretical reflections.

Greek philosophers built great discussions about reality, which are still current in our times and still inspire today's great thinkers. From mathematical teachings by Pythagoras, encompassing Plato's and Aristotle's ideas, these great discussions have been essential for our present intelectual development. Today, however, this role has been adopted by a new class of visionaries. Brought together by this new Platonic Academy based in Stanford University; devoted to proving and making use of the supremacy of numbers and mathematics in the digital world; intent on finding the new Holy Grail embodied in the perfect algorithm, present time's entrepreneurs of new technologies have radically transformed, for good or otherwise, the world as we know it. Ulrich Richter Morales delves deep into the legacy – sometimes clear, sometimes mystical and esoteric – of the Pythagoreans in their diverse historical incarnations. He particularly emphasizes their dominant role in these digital times, while he introduces a debate regarding the sort of machines we ought to develop. Elon Musk, Steve Jobs, Bill Gates, Jeff Bezos, Larry Page and Sergey Brin, among others, are declared heirs of the Mathematician from Samos and, always engrossed in polemic discussions, they are inseparable from our concept of how the world works. Getting to know them as persons and as thinkers is a way to better understand modern day life and our role as citizens, in the unstable, volatile grounds we tread on today.

Desde la perspectiva sociológica, el concepto de tecnología no puede referirse únicamente a los objetos técnicos, sino también a los procesos sociales y culturales que involucra. La sociocibernética y la teoría de sistemas plantean un marco conceptual esencial para el necesario debate sobre el papel de la tecnología en la configuración de la complejidad social. La tecnología permite al sistema social gestionar la complejidad social. La tecnología permite al sistema social gestionar la complejidad de su entorno a la vez que, por otra parte, contribuye a incrementar y diversificar la naturaleza compleja de las interdependencias entre la sociedad y los actores individuales. Simultáneamente, la creciente complejidad social demanda nuevas formas tecnológicas que permitan gestionarla. En suma, la tecnología se halla en la base de cualquier discusión relevante sobre la naturaleza contemporánea de la sociedad, ya sea del lado de los problemas (riesgo, control, y vigilancia global, bioética y bioingeniería, manipulación mediática, ecológica etc.) o del lado de las soluciones (comunicaciones instantáneas, ubicuidad y movilidad, accesibilidad, disponibilidad de conocimiento, etc.).

Uno de los pilares sobre los que se sostiene la visión del mundo hegemónica en la actualidad es el de la importancia fundamental atribuida a los individuos, entendidos como seres libres y soberanos, y, en consecuencia, responsables. Sin embargo, no está claro que semejante defensa de la libre responsabilidad sea la actitud realmente más extendida en nuestra sociedad, en la que lo que parece generalizado en creciente medida es la sistemática búsqueda de argumentos exculpatorios que minimicen la aceptación de responsabilidad por parte de los individuos (el ambiente familiar, el contexto económico, la inestabilidad emocional...). Desde el punto de vista teórico, estaríamos ante una paradoja. De tanto exculpar al individuo a base de responsabilizar a las estructuras, hemos terminado por convertirle en el eslabón más débil de la cadena. La misma modernidad que en un principio pretendía hacer descansar el sentido del mundo sobre el ser humano, convirtiéndolo en la nueva clave para justificar lo real, al final ha terminado por considerarlo un elemento incapaz de sostener nada ni hacerse cargo de acción alguna a poco que ésta tenga consecuencias negativas.